CARACTERÍSTICAS CULTURALES DE MI REGIÓN
Cultura
Valledupar es
ampliamente conocida por ser la cuna del vallenato y
celebrar anualmente el Festival de la Leyenda Vallenata.
Es, además, uno de los epicentros culturales de la Costa Caribe colombiana. La danza folclórica
más importante es la danza del pilón.
En la ciudad se celebran anualmente los carnavales.
Las peleas de
gallos están muy arraigadas en la cultura de la gente.
Gentilicio
No se sabe con
exactitud de dónde proviene la palabra "vallenato", a pesar de las
muchas hipótesis que han sido expuestas. Sin embargo, de acuerdo a una tesis
del escritor Ciro Quiroz, a principios del siglo XX, tenía una connotación
despectiva y a los propios habitantes de Valledupar no les gustaba. Por tal
motivo, en 1915
don Miguel Vence, educador de primaria, fundó una Academia de la Lengua de
Valledupar, la cual sesionó una sola vez y determinó que el gentilicio de los
nacidos en Valledupar fuera "valduparense".13 Sin embargo, está
muy extendida la denominación vallenato por influencia del ritmo musical
representativo de la ciudad.
Valduparenses ilustres
- María Concepción Loperena de Fernández de Castro. Heroína de Valledupar, declaró la independencia de la ciudad el 4 de febrero de 1813.
- Pedro Castro Monsalvo. Político, senador de la
república, gobernador del Magdalena, ministro de Correos y telégrafos y
ministro de Agricultura procedente de la Costa.
- Consuelo Araujo Noguera.
Política, periodista, escritora y dirigente cívica, una de las fundadoras
del Festival de la Leyenda Vallenata.
- Jorge
Dangond Daza. Cofundador del departamento del Cesar,
político, empresario.
- Gustavo Gutiérrez Cabello.
Prolífico compositor de vallenato.
La Leyenda Vallenata
Cuenta la leyenda que
en 1576, la nación tupe se rebeló contra los
españoles porque la esposa de don García Gutiérrez de Mendoza, en un ataque de
celos, le había cortado el cabello a la india Francisca, sirvienta del hogar,
lo cual era gran ofensa para los indios. Habiendo salido García Gutiérrez a su
hato de Unyaimo con otros españoles el 27 de abril, el indiecito Tupe
Antoñuelo, que era su paje, desapareció del hato e informó del agravio al
cacique Tupe Blanco, quien con su capitán Panocha convocó a sus parcialidades,
la de Coropomeima y la del chimila Curunaima, asaltaron el hato y mataron a los
españoles. Luego fueron a la ciudad y trataron de incendiar el convento, pero
no prendía fuego, hecho que atribuían a una Guaricha (como denominaban los
indios a la Virgen, en este caso la Virgen del
Rosario) que apartaba con su manto las
flechas que lanzaban. Los indios se retiraron temerosos de la visión hacia las
sabanas de Sicarare. Los españoles, dirigidos por el capitán Antonio Suárez de
Flores, siguieron a los indios hasta la laguna del Sicarare (de agua dulce) que
había sido envenenada por los nativos con barbasco, de tal suerte que cuando
los españoles llegaron sedientos a beber de la laguna, caían muertos. Entonces se
dice que los indios vieron pasearse a la Guaricha que levantaba a los
españoles, lo cual les dio mucho miedo, y fueron muertos o aprisionados. Luego
el gobernador de Santa Marta,
Lope de Orozco, salió contra los chimilas apresando y dando muerte al cacique
Coropomeima, al cacique Blanco, al capitán Panocha, a la india Francisca y a su
marido Gregorio. A raíz de estas muertes, se unieron los indios para atacar
ferozmente la ciudad, de tal forma que hubo de llevar a cabo una segunda
conquista.14
Literatura
La literatura
producida en la ciudad ha sido por tradición de tipo costumbrista y sólo hasta
años recientes empiezan a producirse libros y textos académicos gestados al
interior de las facultades de la Universidad Popular del Cesar; sin embargo, la
ciudad es cuna de algunos escritorios más vanguardistas como Alonso Sánchez
Baute, con su libro "Al Diablo la Maldita Primavera", Luis Barrios
Pavajeau con "Ciudad Babel".
Los principales
escritores de Valledupar han sido José Francisco Socarrás, pionero del
psicoanálisis en Colombia, Rafael Carrillo Lúquez con sus obras de filosofía
moderna, Tomás Darío Gutiérrez, historiador y abogado, Hernán Urbina
Joiro, médico historiador, ensayista y periodista, entre
otros.
Música
y danzas
La música reina en la
ciudad es el vallenato,
considerado la principal expresión folclórica en años recientes. Las danzas son
de tipo afro caribe como la puya de ritmo acelerado, y en especial el pilón,
ritmo cadencioso en el que se resume la actividad cotidiana de los vallenatos
de antaño y su estrecha relación con el trabajo del maíz.
La
parranda Vallenata
La parranda Vallenata
es una reunión social en torno de un grupo vallenato
conformado por un cajero, un guacharaquero y un acordeonero que interpreta
canciones costumbristas en alusión al paisaje, el campo y a las mujeres. Se
acompaña de bebidas alcohólicas como ron, aguardiente y whiskey,
el cual gracias al contrabando se ligó profundamente a la cultura Vallenata. En
una parranda Vallenata tradicional no se bailaba; las nuevas generaciones
cambiaron el formato de la parranda incorporando el baile. La parranda Vallenata
dura hasta altas horas de la madrugada, cuando se degusta el sancocho.
Pintura,
escultura y fotografía
Sobresalen los
pintores: Carlos Julio Márquez (Kajuma), Arturo Castro Castro, Álvaro Martínez
Torres, Walter Arland, Ineris Cuello, Jacinto “Chicho” Ruiz, Jorge Maestre.
Gastronomía
La zona geográfica en
que se sitúa Valledupar, posee gran variedad de tierras en diferentes tipos de
clima, lo que hace que en la ciudad se comercialicen y consuman productos
animales y vegetales variados. En las zonas bajas y planas se cultiva el maíz, la
yuca y el arroz que constituyen la base de la alimentación local y es también
en esta zona que se crían los ganados vacunos y caprinos que aportan la carne y
la leche. Estos alimentos se complementan con productos de climas templados y
fríos provenientes de las zonas altas de la serranía del Perijá y la Sierra
Nevada de Santa Marta como los plátanos, el café, legumbres y hortalizas.
Tradicionalmente la
gastronomía se ha basado en alimentos como el maíz,
con el que se preparan arepas de queso, arepas limpias, bollos limpios y de
mazorca, arepuelas y empanadas; la yuca, que se consume en sancochos,
cocida en agua salada o asada acompañada con queso fresco tipo vallenato; y
carnes de res, chivo, cerdo o pescado de río.
Las preparaciones más
comunes en Valledupar son los sancochos de gallina, de chivo, de rabo de res,
trifásico, de mondongo; arroces blanco, con coco, con fideos, con pollo, con
fríjoles, verduras, de asadura; guisos de cualquier tipo de carne con tomates,
cebollas, ajos, cebollín, achiote, comino y pimienta; granos como fríjoles Zaragoza,
cabecita negra, caraota, rojo y lenteja; dulces, de tubérculos o de legumbres,
plátanos asados y en tentación (en almíbar de caña).
El plato típico es el
sancocho,
infaltable acompañante de las parrandas vallenatas. Otros platillos son los queques,
chilonga, yuca guisada, mazamorras, pasteles de maíz, friche, guisos de
animales de monte, el agua de panela, el chirrinchi,
entre otros. Abundan las comidas rápidas donde se ofrecen salchipapas,
hamburguesas, perros y frituras principalmente.
La carne vacuna de
buena calidad es de relativo fácil acceso dentro de la población local debido a
que la zona posee uno de los hatos ganaderos más importantes del país. También
se consume queso costeño y suero atolla
buey.
Durante los últimos
años la oferta gastronómica se ha sabido complementar con algunos restaurantes
de corte internacional, los más populares son los de comida china y mexicana,
aunque existen también restaurantes más especializados que ofrecen pescados y
mariscos, comida del mediterráneo, asados argentinos, pastas y pizzas, uno
especializado en sushi y comida japonesa y
algunos de tipo fusión. En ciertos restaurantes se puede degustar de una
moderada variedad de vinos argentinos y chilenos especialmente.
Dialecto
El dialecto de los
habitantes corresponde a una su variante del español costeño colombiano
con la característica única (norte del Cesar y sur de La Guajira)
de las formas verbales correspondientes a un tipo de voseo verbal
sin reemplazo del pronombre tú.
Deporte
Valledupar cuenta con
el equipo de fútbol Valledupar Fútbol
Club, que compite por el torneo de la Primera B
del fútbol profesional colombiano. El club fue fundado en 2004 y juega en el estadio Armando Maestre Pavajeau.
En 2006 estuvo cerca de lograr el ascenso a la primera A, cuando perdieron con
el Atlético Huila,
en el doble enfrentamiento por la promoción. En año 2008 de nuevo pierde la
oportunidad de ascender directamente al perder la final de la Primera B contra
el Real
Cartagena. Valledupar también
tiene otros escenarios deportivos como el diamante de béisbol,
el coliseo cubierto y el patinódromo.
Religión
La religión
predominante es la católica.
El santo patrono es Santo Ecce Homo,
cuya efigie se venera en la iglesia de la Concepción, en la plaza Alfonso López
Pumarejo. La catedral de Nuestra Señora del
Rosario, a pocos metros de la plaza, es
sede de la diócesis de
Valledupar. Durante los últimos años, las
iglesias protestantes como la pentecostal y la bautista han experimentado un
crecimiento acelerado entre la población de Valledupar.
EL
IMPACTO QUE ÉSTAS HA SUFRIDO A PARTIR DE LA INCURSIÓN DE LOS PROCESOS DE
GLOBALIZACIÓN.
Las características más
importantes de la sociedad moderna es la globalización. El mundo se ha
convertido en una verdadera “aldea
global”. Esa tendencia es cierta en la economía, con la integración de los
mercados internacionales; en la política con la pérdida de poder de los estados
nacionales a favor de entidades y organismos multilaterales, también en el
derecho, pero fundamentalmente es notorio en la vida social y cultural de los pueblos. Hoy las comidas, las bebidas y la cultura son
bienes universales.
La música Vallenata, que nació en esta región del país, el viejo departamento del
Magdalena, en lo que hoy es la Guajira y el Cesar, también en las sabanas de
Córdoba y Sucre, ha mostrado una verdadera vocación nacional e internacional.
Hace algunos años el vallenato era sólo de la Costa Atlántica, pero luego se
convirtió en un fenómeno cultural que invadió, poco a poco, a todo el país, pero
ahora es un fenómeno internacional, una música que se globalizó, para bien o
para mal.
La presencia de miles de turistas
de todo el país y del exterior, en Valledupar, por estos días, es la
ratificación de que la música no tiene fronteras, que es un producto cultural
que la persona, el individuo, deleita y aprecia en distintos momentos de la
vida. Para sus momentos tristes, para sus momentos alegres, para enamorarse o
desenamorarse o para cantarle a la amistad, a la naturaleza, al amor, a todos
los aspectos de la vida y a la vida misma.
Escuchar a un llanero interpretar los versos de un paseo de Calixto Ochoa en un
Joropo, o interpretar un bambuco; al igual que también muchos de nuestros
intérpretes tocan música de otros géneros en el vallenato, indica un
sincretismo y una fusión musical y cultural, que tendrá sus pros y sus contras,
amigos o enemigos, pero es un fenómeno cultural digno de estudiar y analizar.
La misma obra literaria de
Gabriel García Márquez, el excelso escritor de Aracataca, pero con muchas
raíces en la Guajira y el Cesar, por sus ancestros los Cote; además de sus
vivencias en estas tierras, antes de pertenecer el Grupo de Barranquilla, ha
sido un vehículo de internacionalización de la música Vallenata. El mismo
escritor, cuando le preguntaban por su obra más conocida “Cien Años de
Soledad”, decía que su novela era un vallenato de 450 páginas y que admiraba la
capacidad de su gran amigo Rafael Escalona de contar en una composición una
buena historia en la cual la realidad y la ficción se confunden sin ningún
problema.
El vallenato es la música de
Macondo, como bien lo ha descrito y explicado el profesor Arminio Mestra
Osorio, y el investigador e historiador cesarense, Tomás Darío Gutiérrez, en
sendos trabajos divulgados por este periódico. Y Macondo es una aldea global
era el mundo fabulado de García Márquez para contar su visión de los problemas
de América Latina con mucha poesía, pero también con una gran vitalidad y
exuberancia.
El fenómeno de migración del
vallenato se ratifica con la realización de decenas de festivales en Boyacá, en
Bogotá, en otras zonas de Cundinamarca, en Barrancabermeja, en algunas
poblaciones de Córdoba y Sucre, lo que demuestra que esta música hace rato que
dejó de ser de la provincia, de los territorios del País Vallenato, del Cesar,
la Guajira y todo el Caribe, para volverse un emblema nacional y – como bien lo
dicen algunos – un estado del alma. El mismo fenómeno que sucedió con la
ranchera mexicana, con el tango argentino y hasta con la música salsa, entre
otras expresiones culturales.
Insistimos en que ojalá esa
universalización del vallenato, en ese fenómeno de globalización cultural e
hibridación que vive la sociedad moderna, no pierda la esencia de una música
alegre, vívida, sentida y con una gran calidad literaria, narrativa y poética,
que se expresa en los cuatro ritmos tradicionales: paseo, merengue, son y puya,
y con los instrumentos típicos del vallenato primigenio: acordeón, caja y
guacharaca. En este sentido, volvemos a reiterarlo hasta el cansancio, el
Festival de la Leyenda Vallenata, debe ser el polo a tierra de esta bella
música popular y es el evento que debe servir para preservarla en esa
turbulencia de la globalización.